Salma Zidane es viuda. Su vida consiste en cuidar el campo de limoneros que, además de ser el símbolo de sus raíces, es su único sustento. Un día, a la casa colindante al campo, se muda el recién nombrado ministro de Defensa israelí y el campo de limoneros es declarado amenaza a la seguridad nacional a pesar de las amplias medidas de protección desplegadas. Con la ayuda de un joven abogado, Ziad Daud, Salma decide no aceptar la indemnización ofrecida y emprender un recurso legal ante el tribunal militar israelí para impedir la tala de los limoneros.
Los limoneros obtuvo el Premio del Público en el Festival de Berlín 2008.