Hay personas que tenemos una curiosidad innata. Nos gusta ver cómo se vive en Kabul, Monrovia, Argel o Kiev. Desde hace tiempo que mi instinto me empuja a viajar a lugares lejanos, a menudo con un halo misteriosos como por una especie de atracción magnética. De este modo uno aventura, viaje y a veces trabajo. El viaje es conocimiento. Del lugar físico, de otras personas y de uno mismo.
Uno se redescubre en la lejanía del confort del hogar. Durante años trabajé como colaborador gráfico en medios de comunicación de mi ciudad y viajaba en mis vacaciones. Lo hice por mi cuenta. Me interesa conocer por qué el ser humano es capaz de bombardear Siria o Yemen, de permitir que miles de personas mueran en el mar huyendo de la guerra, o de esclavizar y prostituir a sus semejantes. He conocido el lado oscuro del hombre y trato de documentarlo aunque a menudo no queramos conocerlo. Como si no pensar en ello nos eximiera de nuestra parte de responsabilidad.