Trabajaron en la sombra. Siempre detrás. Con minuciosidad, esfuerzo y pasión. Su mayor enemigo fue
una sociedad en la que, según sus normas, pocas de ellas podían destacar por una única razón: no ser hombres. La historia ha silenciado a muchas mujeres que han estado detrás de grandes hombres y que, sin lugar a dudas, fueron fundamentales en el desarrollo personal y artístico de ellos.
Camille Claudel (Esther Nácar), Rosalind Franklin (Manuela Vicente) y Zenobia Camprubí (Lourdes
Martínez) son tres de esas mujeres que han permanecido a la sombra de hombres tan dispares como Auguste Rodin, el equipo de hombres que creó el primer modelo de la estructura del ADN o Juan Ramón
Jiménez.
La magia del teatro ha querido que las tres se encuentren en un escenario disfrazado de taller de costura
donde la historia las ha sometido eternamente a tener que vestir a hombres cuyas camisas, chaquetas y pantalones fueron rematados con hilos que nos les pertenecen del todo. Hoy, INTRUSSIÓN TEATRO,
quiere dar voz a todas esas mujeres tristemente ignoradas.