La vida de Cotobal fue un continuo tanteo intuitivo sin mentores, una exclusiva singladura personal, agotadora pero certera, que nos lleva a preguntarnos: ¿Hasta dónde hubiera llegado el arte de Florencio si su vida no hubiera sido tan breve, si la personal lucha estética no le hubiera llevado a la extenuación? Seguramente a un lugar de honor dentro de la pintura española de primera mitad del siglo XXI, si en él se hubiera cumplido la cuota de la esperanza de vida.